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martes, 8 de enero de 2008



Se observa con actual preocupación el desarrollo del deporte infantil, en el ámbito mundial, a través de la programación de campeonatos deportivos con características organizativas, estructurales, competitivas y de premiación similares a los eventos profesionales, exigiendo normas y transmitiendo valores propios del mundo adulto, soslayando el punto de vista lúdico-educativo de la actividad en la infancia.
Cruz i Feliú, J. (1997) afirma que la situación del deporte infantil merece una reflexión crítica, pues ciertos valores educativos de dicha práctica han entrado en crisis en algunas competiciones, debido a la emulación con el deporte profesional.
Horowitz, S. (2001) en “Mediación Educativa” desarrolla el concepto de solidaridad, como la implicación a priorizar las necesidades de otro en algún momento, buscando satisfacerlas, aún cuando en ese momento no satisfaga las propias.
Asimismo, agrega que no debiera ser entendida como “lo que se debe hacer” sino a un sentido de pertenencia y compromiso con un grupo, que transmitidos tempranamente en los niños, representan valores educativos en todas las áreas de su vida cotidiana.
La misma autora, en su artículo sobre “Amonestaciones / Autoritarismo versus Responsabilidad / Mediación Educativa” expresa que la comunidad educativa se asemeja a una familia ya que sus miembros mantienen una relación de continuidad que no dura sólo unas semanas o meses sino que tienen una larga historia basada en compartir experiencias presentes, pasadas y probablemente futuras
La actividad deportiva promueve, a través de los años, la constitución de los principios de una “familia sustituta”, con roles bien definidos, responsabilidades y derechos compartidos, normas preestablecidas, experiencias vivenciales, en las cuales el concepto de “entre todos lo lograremos” adquiere un valor paradigmático y que significativamente se reconoce a través de los cánticos, los distintivos, la camiseta y su número, entre otros.
Horowitz establece que el aspecto más beneficiado es el “clima relacional emocional” con la transformación de toda la escuela en un entorno seguro, con espacio para los aciertos y las equivocaciones.
En el artículo “Cómo pensar y aplicar una educación en valores” Sánchez Torrado, enfatiza la función ética de los centros de enseñanza, señalando que la actual ”era del vació” debe ser combatida con propuestas morales, para la configuración de una ciudadanía marcada por el compromiso social y cuyos temas son la educación para la tolerancia, para la paz, para la interculturalidad, para la democracia, para la solidaridad, para el voluntariado y para el uso del tiempo libre
Un recorrido por los valores que promueve la actividad deportiva saludable, especialmente dirigida a los niños, nos permitiría transpolar los diversos parámetros educativos a los deportivos.
Johnson & Johnson consideran que en cualquier actividad los seres humanos pueden organizar sus esfuerzos de tres maneras: competitiva, individualista o cooperativa y manifiestan que continuamente realizamos una elección respecto del equilibrio entre estas tres formas de relación.
El uso adecuado de estos modelos en el deporte conduce a una acción eficiente, efectiva y eficaz, capaz de obtener el logro deseado.
Resulta significativo reconocer la ocasión adecuada para producir la conducta de acuerdo a cada modelo y objetivo, pues un error en la elección produciría a partir de situaciones agonísticas (competitividad) conductas agresivas (individuales) o violentas (sociales) por la ineficiencia en el manejo de estos tres tipos de aprendizajes.
La actividad deportiva es saludable a partir de las tres caracterizaciones; quien se enferma es el “hombre en situación deportiva” que la desarrolla transformándose en un “paciente en situación deportiva” (Grabin, L., 1995)
López E., en su artículo “La evaluación en Educación en Valores” sostiene que “cuando existen valores y actitudes y son consensuadas y promovidas conjuntamente con el profesorado, la educación en valores alcanza su pleno sentido. Los valores, actitudes y normas son primariamente vividos en el establecimiento educacional, en el clima organizacional, y luego, enseñados”
Horowitz plantea en su artículo “Educando sin prejuicios” la necesidad de ayudar a los niños a construir una comprensión sin estereotipos ni prejuicios, acerca de las similitudes y diferencias de las personas e incorporar todos los aspectos de diversidad, desde género, raza, nivel económico y antecedentes étnicos, hasta características físicas intelectuales y emocionales, lo que a veces se denomina educación multicultural.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 1989, promovió la “Declaración de los Derechos del Niño”, estableciendo que representan un conjunto de normas acordadas que deben respetar todos los países que la firmaron y ratificaron.
Dos de estos derechos universales del niño son, a saber:
· Derecho a recibir educación
· Derecho a jugar, descansar y hacer deportes
Ambos, se encuentran de alguna manera también expresados en la publicación que realizó The National Association for Sport and Physical Education´s Youth Sports Tast Force, en 1996, con los siguientes artículos, aplicados a la actividad deportiva infantil, a fin de preservar los valores en salud y educativos, a saber:
· A participar en las competiciones deportivas
· A participar en un nivel adecuado con la habilidad
· A tener un liderazgo adulto calificado
· A jugar como un niño y no como un adulto
· A compartir el liderazgo y toma de decisiones
· A participar en un entorno seguro y saludable
· A una preparación adecuada para la competición
· A una igualdad de oportunidades para tratar de conseguir el éxito
· A ser tratado con dignidad
· A divertirse en su participación deportiva
En síntesis, la actividad deportiva representa un estilo de escuela de vida capaz de promover valores en los niños, entre ellos, el respeto por los otros y las reglas del juego, entendido como el fair play que conllevan, naturalmente, al aprendizaje frente a la diversidad.
El equilibrio de las emociones, la autodeterminación, el valor del esfuerzo y del estímulo conjunto, el entusiasmo por las gratificaciones y la aceptación ante las frustraciones, en muchas ocasiones, evitan ante un conflicto su propia escalada.
Los niños tienen derechos universales delineados por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y también tienen derechos los jóvenes que practican deportes, sólo se requiere respetarlos por el mundo adulto y, para ello, se infiere que el único camino posible es la educación, entre ella la educación en valores.
El mercantilismo deportivo infantil, tiende a extender sus raíces hacia deportistas cada vez más jóvenes, basados en la selección de talentos, como una futura fuente de recursos económicos, en detrimento de su calidad de vida
La falta de educación en valores, en la práctica del deporte infantil es responsabilidad de algunos hombres, que fuera del ámbito deportivo, tampoco sabrían cómo vivir en armonía, en democracia y con el beneficio de la paz.

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